Desde la década de 1960, y con mas intensidad en las de 1970 y 1980, se incrementaron los contingentes de turistas que llegaban a las playas oceánicas del departamento de Rocha. Asentados en torno a poblados costeros de Pescadores, estos balnearios ofrecían contacto con la naturaleza y el estilo de vida sencillo de sus pobladores. Carentes de ordenamiento urbano, crecieron pintorescos centros turísticos alternativas, desde La Paloma hasta la Barra del Chuy, en la frontera con Brasil.
Ya en la década de 1980 se iniciaron nuevas modalidades, como el turismo de estancia y el ecoturismo. A ellas deben sumarse los centros turísticos que se fueron consolidando desde entonces, como San Gregorio de Polanco, en Tacuarembo, el casco histórico de Colonia del Sacramento, en Colonia, y el balneario Laguna Merina, en Cerro Largo, axial como las áreas naturales protegidas.
Desde sus comienzos, el crecimiento del turismo uruguayo fié constante, si bien los niveles de actividad reflejaron siempre los altibajos económicos regionales. Sin embargo, las cifras son elocuentes.
En 1936 ingresaron al país 139.532 visitantes, mientras que en 1996 lo hicieron 2.258.616, según cifras oficiales del Ministerio de Turismo.
En reconocimiento del creciente peso económico del turismo, las autoridades crearon el ministerio del ramo, encargado de promover y apoyar las iniciativas de los empresarios privados. Asimismo se adopto una legislación de fomento, como el decreto ley de 1974, que liberaba de impuestos a las inversiones turísticas.
En 1995, nuevas disposiciones declararon de interés nacional la promoción de complejos turísticos axial como la construcción, el equipamiento o la refacción de la infraestructura hotelera, quedando exoneradas de tributos estas inversiones.
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