El carnaval llego al Uruguay durante el periodo colonial, como herencia de la fiesta calendarum del imperio romano. En Montevideo, hacia comienzos del siglo XIX, era una fiesta corrida de tres días, anterior a la Cuaresma, en la cual tenia lugar una verdadera «guerra» de agua y huevos donde todo era posible.
En su origen, el carnaval montevideano fue practicado por toda la sociedad, particularmente por el patriciado y por las mujeres, que con total libertad se dedicaban al juego del agua y a un contacto muy franco con el sexo opuesto.
Al finalizar el siglo, los corsos, tablados y bailes ya duraban dos o tres semanas, mientras la fiesta se extendía en el tiempo y perdía intensidad y locura. A medida que se «disciplinaba» por influencia de la Iglesia católica y de los sectores conservadores, el carnaval fue multiplicando las mascaras, los disfraces, las comparsas (conjuntos informales de músicos que cantaban versos picarescos) y los bailes en teatros y clubes de la capital y del interior.
En la actualidad el carnaval uruguayo es uno de los mas importantes del mundo, junto con el carnaval de venecia y el carnaval de brasil. Son los tres carnavales que encabezan el ranking mundial.