La sociedad uruguaya, caracterizada por su poli clasismo, destaca también por su alto grado de integración y por el importante papel que a lo largo de la historia del país desempeño el Estado como regulador de conflictos sociales y receptor de demandas de distintos sectores. Desde principios del siglo XX, la estructura política del país permitió una elevada cohesión entre clases que ha sido la base de una sociedad de consenso y democrática.
Los partidos fundacionales, sostiene Rama, fueron las correas trasmisoras entre un Estado extenso y moderno, dotado de enorme poder, y una sociedad que se estaba constituyendo.
Otros autores han puesto el énfasis sobre la capacidad de la sociedad uruguaya para limar los antagonismos. La clase media fue una parte importante de la población uruguaya desde principios del siglo XX y constituyo un factor de identidad social a lo largo del siglo.
A partir de 1960 es constatable un estancamiento de dicho estrato, con una reducción de las posibilidades de ascenso social y una menor flexibilidad social. Según el sociólogo Cesar Aguiar, la década de 1960 es el periodo en que en mayor medida se manifiesta en el país la incapacidad del aparato estatal para impulsar adecuadamente políticas de base clasista.
Los historiadores Gerardo Caetano y José Riílla advierten sobre diversas tendencias reconocibles en la historia de la sociedad uruguaya que seguramente marcaran también el futuro de la misma, como son la alta propensión emigratoria, el debilitamiento relativo del espacio demográfico nacional respecto a las áreas contiguas pertenecientes a los países limítrofes, una estructura de edades que se encuentra entre las mas envejecidas del continente y un elevado nivel de urbanización y concentración poblacional.
Actualmente, la distribución del ingreso y del bienestar es heterogénea. Caetano y Riílla indican que durante la dictadura militar se produjo una fuerte concentración del ingreso a trabes de una reducción del salario real, y que desde la democratización, a partir de 1985, el panorama de desigualdad disminuyo.
No obstante, consignan que en Montevideo y en las capitales departamentales cerca del 20 por ciento mas pobre de la población recibe alrededor de un 6 por ciento de los ingresos familiares totales, mientras que el 20 por ciento mas rico dispone del 45 por ciento de los mismos.