A sólo cincuenta kilómetros del centro de Montevideo se encuentra uno de los parques forestales más hermosos y mejor dotados en especies que posee nuestro país.
En el año 1944 el Banco de Seguros del Estado decide llevar a cabo la plantación de árboles en un predio de su propiedad, en el paraje de Los Cerrillos, Departamento de Canelones, como contribución al entonces incipiente desarrollo forestal del país.
La ubicación, del actualmente denominado Parque Forestal Joaquín Suárez, en la ruta 47, entre las serranías de la localidad, y sobre las márgenes del Río Santa Lucía, le dio la infraestructura apropiada para desarrollar en él una forestación, no sólo con especies conocidas tales como diferentes variedades de eucaliptos y pinos, sino que también se integraron los árboles autóctonos para delinear un parque al que se agregó un sinnúmero de otras especies tales como robles, grevilleas, encinas, casuarinas, álamos, sauces, cipreses, fresnos, olmos, etc.
Parque forestal Joaquin Suarez en Uruguay
Entre estas especies exóticas se encuentra un montecito de alcornoques o árbol del corcho.
El alcornoque es un árbol curioso por su corteza gruesa, esponjosa y ligera llamada corcho. Es de él que se extrae el corcho usado comúnmente para fabricar tapones de botellas y elementos aislantes sonoros y térmicos, asimismo como en la industria del calzado entre otras cosas.
El alcornoque o Cork Yak en inglés, es un árbol de porte mediano, que rara vez pasa los 20 metros de altura, de origen mediterráneo, robusto, pudiendo alcanzar los 2 metros de diámetro. Es de follaje perenne, es decir, presenta hojas todo el año. Su copa, cuyas ramas se inician a poca altura (334 metros) es aovada.
Sus hojas son de entre 337 centímetros, aovadas, dentadas y poco lobuladas, de color verde oscuro en el haz (arriba) y pilosa grisblanquecina en el envés (abajo). Las flores masculinas están separadas de las femeninas, encontrándose las primeras en grupos (amentos) colgantes de color amarillo al final de las ramillas, mientras que la flor femenina, solitaria, casi sin pedúnculo (cabito) se encuentra en el extremo de los brotes del año. En general presenta una floración en primavera y otra en otoño.
El fruto es una bellota (nuez) de 2 a 5 centímetros recubierto por una cúpula acampanada. Aunque de sabor amargo, es muy apetecida (y muy nutritiva) por los animales, especialmente vacunos y cerdos.
Su nombre científico es Quercus súber L, y como pertenece a las familias de las Fagáceas, es un árbol muy parecido a las encinas y a los robles. Arboles con los cua-les, en su hábitat natural, se desarrolla.
Pero sin lugar a dudas su particularidad, como se mencionó anteriormente, es su corteza que en este caso es el corcho. El corcho es una capa de tejido secundario formada por el tejido cambium suberígeno que nace en las capas más exteriores de la epidermis. A medida que va creciendo estas células van muriendo. El proceso de la industrialización del cocho comienza con el arrancado de estas capas como láminas. La primer capa de corcho se retira a los 20 ó 25 años siendo de baja calidad (se llama bornizo). El árbol luego regenera nuevamente estas capas de corcho gris con grietas longitudinales pero más pequeñas que las primeras, que podrán ser nuevamente descortezadas cada 8 ó 10 años, obteniendo un corcho de mejor calidad.
Su gran utilidad se da por el aprovechamiento del corcho, aunque como su madera es pesada y dura puede ser utilizada en carpintería y construcción naval. Las bellotas son usadas para alimentar ganado. En Europa (especialmente en España y Portugal, y en menor intensidad Italia y Francia) la industria procesa 350.000 toneladas de corcho al año por un valor de 2,5 millones de euros anuales, empleando a miles de personas ya que la operación de descortezado es manual.
Por su belleza y curiosa corteza está catalogado como un hermoso ejemplar de adorno, por lo que con su magnífica presencia está embelleciendo el Parque Forestal J. Suárez.